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Por Rafael Cereceda con Efe, AP, Xinhua
Por el momento no es alarmante, pero en el actual contexto resulta llamativo que se haya confirmado un caso de peste bubónica -una enfermedad casi desaparecida que mató a millones de personas a lo largo de varios siglos- en China, origen de la pandemia de COVID-19.
La Comisión Municipal de Sanidad de la ciudad de Bayannurha confirmado el primer caso.
Se trataría de un pastor local que se encuentra aislado en tratamiento en el hospital y permanece estable.
Con el nivel de alerta 3, el segundo más bajo de la escala de cuatro, las autoridades prohiben la caza de animales salvajes susceptibles de transmitir la enfermedad. Este nivel permanecerá activo hasta finales de año, según la agencia Xinhua.
Las autoridades han pedido a la población que tomen precauciones como no consumir animales susceptibles de transmitir la enfermedad y que se informe de cualquier caso sospechoso de peste, como pacientes que desarrollen una fiebre alta sin motivo aparente o que mueran de forma repentina.
La Comisión Municipal de Sanidad también pidió a los ciudadanos que denunciasen si encontraban marmotas u otros animales enfermos o muertos, y recordó que está prohibido cazar animales que puedan portar la enfermedad.
La mención específica de las marmotas podría estar relacionada con dos casos confirmados de peste bubónica en la vecina Mongolia la semana pasada, cuando dos hermanos fueron hospitalizados tras contraer la enfermedad después de ingerir carne de marmota. El pasado mayo murió una pareja que había consumido carne cruda de marmota por sus presuntas virtudes para la salud.
Estos animales y otros pequeños mamíferos son portadores de pulgas infectadas por la bacteria Yersinia pestis, que provoca tanto la peste bubónica como la neumónica.
La Muerte Negra nunca desapareció
No es una buena noticia, pero tampoco hay motivo para la alarma que evoca esta enfermedad casi olvidada en muchas partes del planeta. En la memoria de todos están las grandes plagas de la Edad Media y las apariciones de brotes de peste bubónica entre los marineros, sin embargo la enfermedad bacteriana reaparece periódicamente con pequeños brotes en distintas partes del mundo.
La región de Mongolia Interior es una zona relativamente remota, nada que ver con la hiperconectada Wuha, donde surgió el nuevo coronavirus.
Existe tratamiento, a base de antibióticos, y se conoce muy bien la forma de propagación por lo que es muy improbable que se produzca una epidemia y menos aún otra pandemia global.
Y aunque en estos momentos prestemos mucha atención a la reaparición de la “Muerte Negra” que causó el terror en medio mundo durante siglos, lo cierto es que la enfermedad nunca ha desaparecido. Entre 2010 y 2015 hubo 3.248 casos en el mundo, 584 de ellos mortales, según cifras de la Organización Mundial de la Salud.
Reaparece regularmente en Madagascar, República Democrática del Congo, Perú -los más afectados según la OMS- y Mongolia de donde sería endémica. El año pasado hubo otro brote, pero 2019 no era 2020 y nadie, o casi nadie, le prestó atención. Los científicos estudian la persistencia de la plaga en la región desde hace años.
La transmiten las pulgas y se contagia por el contacto directo con fluidos de personas y animales infectados por la bacteria. La bacteria también puede transmitirse a través de objetos.
Sin tratamiento, resulta mortal en el 30% o 60% de los casos. En su forma neumónica resulta mortal al 100%. Sembró el terror porque hasta el descubrimiento de la microbiología por Louis Pasteur en el siglo XIX no se entendía bien cómo se transmitía y sus síntomas son terribles, llegando a producir gangrena y sangrado de los órganos.
Los síntomas tardan en aparecer entre 1 y 7 días y al principio se pueden confundir con los de una gripe común.
Se denomina peste bubónica por los “bubones”: las inflamaciones de los ganglios linfáticos que provoca.