Desde la experiencia de las mujeres mexiquenses, aún quedan muchos retos para la equidad de género en la política, pero la lucha está guiada por la dignidad, la justicia y la exigencia del respeto a nuestros derechos.
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En el Estado de México están dadas las condiciones para el empoderamiento de las nuevas generaciones de mujeres, para que vengan con más fuerza, conocimiento y experiencia a tomar decisiones en los ámbitos de la política, la economía y lo social. Con mujeres fuertes, tenemos y tendremos una entidad más fuerte.
Desde la experiencia de las mujeres mexiquenses, aún quedan muchos retos para la equidad de género en la política, pero la lucha está guiada por la dignidad, la justicia y la exigencia del respeto a nuestros derechos. En los 125 municipios del Estado de México se ha luchado para abrir espacios del poder político, y hoy tenemos avances tangibles. Hoy, hay mujeres que legislan y diseñan políticas públicas y se siguen abriendo más espacios. Uno de los logros es que, en el Edomex, se invierte 70% del presupuesto para proteger e impulsar a las mujeres.
Además, está comprobado que un municipio gobernado por mujeres puede brindar buenos resultados, como ocurrió en Izcalli, cuando, bajo mi responsabilidad, se recibió un ayuntamiento paralizado y caótico: finanzas municipales quebradas, déficit de 300 millones de pesos (mdp) para pagos inmediatos, más de 300 juicios laborales, gasto corriente excesivo y nula inversión. Era la tormenta perfecta para darle la razón a las voces que ansiaban ver fracasar a las mujeres.
Inmediatamente se integró un equipo predominantemente formado por mujeres que promediábamos 25 años de edad. La primera semana se negoció con la banca una deuda de 2,000 mdp, se lidió y se conciliaron los intereses con el sindicato, incluyendo juicios laborales y, en pocas palabras, se lograron mejores condiciones para el ayuntamiento y se rescató la operatividad de los servicios públicos.
Otro caso de éxito en la administración pública federal ocurrió en Bansefi, cuando se otorgaron créditos a 1 millón de mujeres emprendedoras de escasos recursos y se les capacitó en proyectos productivos.
La experiencia fue muy positiva: ellas se comprometieron a cumplir con el retorno del préstamo… y así lo hicieron. El 96% de ellas sostuvo su palabra en tiempo y forma, y el banco respondió duplicándoles el crédito; el resultado fue su acreditación en todo México y que lograron construir un círculo virtuoso que las encaminó al emprendimiento y, a la vez, a la libertad económica.
Para nosotras, la lucha por la equidad de oportunidades no es una competencia simplista entre hombres y mujeres; sino que es una lucha por el reconocimiento de los méritos de cada persona, independientemente de su sexo. Hombres y mujeres somos complementarios en la visión para dar mejores resultados en nuestras responsabilidades.
