– Siempre lo he dicho y lo sigo sosteniendo, que mi trabajo es la reporteada, no soy periodista
Por Mauro Moreno Campos/Astronoticias
A lo largo de mis 38 años de trabajo reporteril en el Mante y su amplia región, he podido informar de los acontecimientos más importantes a la sociedad, con fotografías y textos donde se han ilustrado los hechos mas relevantes.
Así en mis recorridos por la región, he podido llevar historia como la de Don Gerardo, un centenario de esta zona cañera.
Todo ocurrió un día, cuando en un punto del Mante, un habitante de una comunidad ejidal me retó a que acudiera a conocer la Historia de Don Gerardo, un hombre mayor de edad que acarreaba agua del canal para sus imperiosas necesidades porque no contaba con servicio de agua en su casa, tampoco tenía electricidad, cocinada con leña y vivía en un tejaban que caía por su frágil estructura.
Voy a tratar de describir a Don Gerardo, un hombre de 1.50 de estatura más o menos, con el pelo largo y cano, descuidado su cabellera, su piel con el aspecto propio del desaseo, en su cara cubierta de arrugas, un ojo, cerrado, y el otro con serios problemas de visión.
De su casucha en mal estado, una chimenea estaba en primer plano, ahí cocinada a su decir unos frijoles para su alimento diario, a un costado de la casucha, algunos marranos los mantenía en engorda para hacerse de un recurso económico, algunos vecinos, le procuraban el almuerzo o la comida, que le llevaban hasta su solar, a orilla del Rio Guayalejo.
Hice el reportaje de su modo de vida, las condiciones de vida, su aspecto, su avanzada edad y algunos mantenses acudieron hasta el sitio, que describimos punto a punto, para dejarle alguna despensa, una cobija, algo que le hiciera la vida más llevadera, hasta la presidente del sistema DIF en aquel entonces acudió hasta la casa de Don Gerardo en el ejido para apoyar en todo cuanto el sistema pudiera hacer por él, sin sacarlo de su ambiente.
Con el paso de los años llegó un grupo de gentes hasta Don Gerardo, para llevarlo a un lugar donde estaría más seguro, tendría techo seguro, alimentación segura, así le dijeron y Don Gerardo dejó atrás de su figura su solar que hoy luce abandonado, dejó tras de sí, los marranitos que tenía en crianza pero que finalmente acabaron vendidos, sus documentos que avalan la propiedad de su terreno también fueron arrasados durante esta “noble acción”.
Esta triste historia tiene un final nada feliz, porque en aquel nuevo espacio que ocupa don Gerardo, pareciera que tienen que pagar por estar ahí, al menos su apoyo o pensión se cobra en el sitio donde está, el dinero de la venta de los marranos, no llegó a sus manos y si al lugar, incluso desde ese punto, se envió a un comprador de un marranito, es decir que dispusieron de los animales como si fueron de su propiedad.
De sus amigos y vecinas que lo procuraban, hoy no le pueden visitar en su enclaustramiento, se les impide y lejos muy lejos de su casita, don Gerardo a sus 106 años de edad, solo tiene un destino final…la muerte..y de su familia tampoco se sabe nada.
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