¡NUNCA HE VISTO UN PENSAMIENTO!
Por Ramón Durón Ruíz (†)
Hay una antigua historia que hoy me permito parafrasear especialmente para ti: “El licitador a pesar de que consideraba que el viejo violín que sostenía en su mano izquierda no era de gran valor, cumplía con su encomienda de ofrecerlo al público, lo levantó y blandiendo una generosa sonrisa dijo:
— Ofrezcan señores, ¿cuánto dan?, ¿quieren iniciar a apostar?
— ¡10 dólar, 10 dólar! Alguien replicó después ¡15 dólares!
— ¡Quién da más? –dijo el rematador. Se hizo un largo silencio en el salón.
— ¿Sólo dos, no hay alguien más que se interese por este viejo violín? ¿Quién da 20? 15 dólares a la una; 15 dólares a las dos y…
Desde el fondo del salón de remates, un hombre de edad avanzada gritó:
— ¡Un momento! Y avanzando hacia el licitador, le solicitó el viejo violín; cariñosamente lo tomó entre sus manos, lo limpió y empezó a afinarlo; después tomando el arco, hizo vibrar las cuerdas del viejo instrumento, sacando de él las más encantadoras notas que atraparían a los concurrentes y concluirían con un: ¡ahhhh!, del público y un estruendoso aplauso.
El maestro entregó el violín al rematador, quien aturdido todavía por la emoción, señaló a los compradores:
–– ¿Cuánto ofrecen por el viejo violín? –acto seguido lo levantó con su mano izquierda.
— ¡Dos mil dólares!… ¿quién da más? ¡Tres mil!… Tres mil dólares al a una… ¿quién da más?… ¡Siete mil!…Siete mil a la una… siete mil a las dos… siete mil a las tres… ¡vendido! exclamó el licitador.
La gente aturdida aplaudía, mientras uno de la concurrencia cuestionaba:
— No entiendo, ¿qué fue lo que cambió el valor del viejo violín?
La respuesta se la dio una anciana maestra de música que se encontraba a su lado:
— ¡Fue la mano del Maestro!”
Amorosamente te invito a que “te dejes tocar por la mano del Maestro” para que del violín de tu cuerpo brote la más exquisita melodía celestial.
HOY es el día, aquí es el lugar en el que, entregándote en las manos del Maestro, entiendas la grandeza para la que fuiste creado y que afinando las cuerdas del violín maravilloso de tu cuerpo, seas más grande que tu dolor, superior a tus problemas y yendo más allá de tus limitaciones –en un acto de humildad, seas capaz de entender que: “Lo que importa no es lo que tienes en la fiesta de la vida… sino quien eres en ella.”
Recuerda que Dios te hizo a su imagen y semejanza y te ha dado un aliento celestial para que seas el Maestro de tu vida, “el arquitecto de tu propio destino” entendiendo que tus manos –extensión de lo divino en la tierra– todo lo pueden, nada, absolutamente nada puede detenerte para que a partir de HOY seas tan espectacular como tú lo desees.
Así que en este nuevo amanecer sal a la vida confiando –confiando significa con fe, que cuando tienes fe en tu corazón todo, absolutamente todo, llega a su tiempo– en tus potencialidades, sabiendo que lo que importa no es dónde estás… sino a donde te llevan las manos del Maestro.
HOY, al sentirte parte del milagro de la vida, elige ser un triunfador; con todas tus fuerzas cree en el poder que la vida te entrega y, si piensas que puedes, ¡podrás!, sabrás que nada que no sean el triunfo, las realizaciones y la felicidad están destinadas para llegar a tu vida.
Lo anterior me recuerda la ocasión aquella en la que “un astronauta y un afamado neurocirujano, discutían sobre la existencia de Dios. El astronauta dijo:
— Tengo una convicción: no creo en Dios. He ido al espacio varias veces y nunca he visto ni siquiera un ángel.
El neurocirujano se sorprendió, pero disimuló. Luego de pensar unos instantes, comentó:
–– Bueno, he operado muchos cerebros y… ¡NUNCA HE VISTO UN PENSAMIENTO!” 1
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