*** Por Mauro Moreno Campos/Astronoticias
Ante el avance de la pandemia del coronavirus, el potencial anuncio este lunes que podríamos llegar a la fase 3, las fuertes medidas sanitarias, tomadas por la federación y estado, para frenar el ataque de este virus, están creando un panorama muy difícil para quienes viven al día, para aquellos que fueron despedidos de sus trabajos sin sueldo, porque el gobierno les pidió que cerraran el comercio, la pequeña industria, una modesta fuente generadora de empleos.
Suman día a día, miles de familias que no tienen que comer, que no venden los elotes, las paletas o las raspas, actividad con la cuál se mantenían al día, la entrega de despensas parece no ser la solución ni inmediata ni mediata, parece ser solo una actividad dirigida a los que menos tienen, tanto por medios oficiales como privados, porque muchos particulares se sumaron a esta actividad de altruismo.
Una cocina comunitaria, donde se preparen alimentos y se distribuyan desde ese punto, parece ser la mejor opción, para alimentar a los sectores marginados, bajo un estricto censo, riguroso sería correcto decirlo, para evitar que lleguen estos alimentos a quienes si tienen manera de alimentarse.
Podria ser una copia de las jornadas alimentarias que en temporadas de huracanes en el Mante, ponía en marcha el Ingenio local, para alimentar a los damnificados que eran concentrados en las instalaciones del viejo hospital, los mismos obreros, en enormes baños preparaban arroz, pastas, carne o frijoles, que luego ellos mismos repartían edificio por edificio.
Aquí con el apoyo de los mismos elementos de la guardia nacional, expertos en manejos de situaciones difíciles, podría planearse este beneficio, para no dejar sin comer a decenas de personas de edad muy avanzada, a los niños y a las personas con enfermedades cronicodegenativas.