Ilustración EE: Nayelly Tenorio
– En México hay alrededor de 51,000 niñas y niños trabajando en la industria de la moda. Las políticas públicas encaminadas a erradicar el trabajo infantil deben acompañarse de acciones que reduzcan brechas de desigualdad y pobreza
Ana Karen García
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¿Y si el vestido que traes puesto estuviera confeccionado por una niña de 10 años?
La realidad de la industria de la moda, especialmente el fast fashion, es que detrás de los escaparates de ropa o los paquetes que llegan a la puerta de casa, hay miles de niñas y niños trabajando, y bajo condiciones de alta vulnerabilidad.
Sólo en México hay alrededor de 51,000 menores de edad trabajando en la industria de la indumentaria, de acuerdo con estimaciones de SCIAN (Clasificación del Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte).
En redes sociales se han vuelto virales las fotos y videos de mensajes ocultos de menores de edad pidiendo ayuda y exponiendo las condiciones laborales bajo las que trabajan. Y mientras el fast fashion se convierte en una de las únicas posibilidades de vestido de miles de personas, atrás de esta industria se esconden grandes violencias a los derechos humanos de niñas y niños en México y el mundo.
La industria de la moda es uno de los sectores más prósperos en términos económicos, pero al interior se caracteriza por funcionar bajo un mercado laboral precario y que vulnera los derechos de sus trabajadores. En México, la mitad (52%) del quienes se ocupan en este sector lo hacen bajo condiciones precarias.
De acuerdo con la OIT (Organización Internacional del Trabajo), el trabajo infantil se define como “el trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico. El trabajo que es peligroso y prejudicial para el bienestar físico, mental o moral de los menores. O el trabajo que interfiere con su escolarización puesto que: les priva de la posibilidad de asistir a clases; les obliga a abandonar la escuela de forma prematura, o les exige combinar el estudio con un trabajo pesado y que insume mucho tiempo”.
Y aunque México ha firmado convenios internacionales y ha realizado modificaciones en su legislación laboral para erradicar el trabajo infantil, todavía miles de niñas y niños se encuentran trabajando en maquilas y talleres textiles.
La industria de la moda es uno de los sectoes en donde prevalece con mayor fuerza la explotación infantil. La pobreza y la desigualdad son algunos de los principales obstáculos en la lucha por erradicar el trabajo infantil. Por ello, es necesario que las legislaciones enfocadas a erradicar la explotación infantil vayan acompañadas de políticas públicas con perspectiva de niñez y derechos humanos.
Expuestos a otras violencias
Dentro de algunos talleres y las maquilas no sólo ocurre la explotación infantil y la precariedad laboral. Las niñas y niños también quedan expuestos a otros riesgos y abusos, como accidentes de trabajo, acoso, hostigamiento y otro tipo de violencias físicas y emocionales.
La organización Save The Children monitoreó que algunos de los incidentes más comunes son cortes en manos y dedos por el uso de las máquinas de coser y otras herramientas necesarias para la confección. Algunos niños y niñas también presentan problemas respiratorios por inhalar químicos.
Los salarios que perciben los niños y las niñas también son significativamente más bajos que los de las personas adultas que laboran en la industria de la moda.
La violencia sexual, además, es otra de las problemáticas que esconde el trabajo infantil, especialmente cuando se trata de niñas y adolescentes.
Tarea pendiente
Erradicar la explotación infantil es una de las tareas urgentes en la política laboral de México y el mundo.
La ausencia de políticas públicas efectivas, inspecciones laborales fragmentadas y el bajo presupuesto público destinado a prevenir, atender y erradicar la relación entre la ropa y el trabajo infantil favorecen la existencia de la mano de obra infantil en la industria indumentaria.
Mientras la pobreza persista, la necesidad de ingresos seguirá incentivando el mercado laboral que explota a los niños y niñas. Las políticas públicas no sólo deben considerar nuevas leyes o modificaciones a las existentes, también deben tener como eje transversal la erradicación de la pobreza y el cierre de las brechas de desigualdad.