Foto: Cézaro De Luca – Europa Press
Por Infobae Newsroom
MADRID, 5 (EUROPA PRESS)
El cantautor, poeta y pintor Joaquín Sabina ha asegurado que no volverá a los escenarios mientras se mantengan las medidas sanitarias para evitar la transmisión de la Covid-19.
“No pienso volver a los escenarios mientras la gente esté con mascarilla, no pueda levantarse o no pueda fumar o tomar una copa. Me temo que eso no será hasta dentro de un año y medio por lo menos. Pero sí volveré a decir ‘hola y adiós'”, ha señalado Sabina.
Así lo ha manifestado este martes 5 de octubre el artista durante un coloquio con el poeta Benjamín Prado y la periodista Nativel Preciado, celebrado después de que Sabina depositara un legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes.
Ante la posibilidad de volver a los escenarios, Sabina ha afirmado que se encuentra “bien” después de “haber sobrevivido todas las maldades que han asolado”. “No he tenido Covid, me he portado como un ciudadano ejemplar, no he salido, he llevado mi mascarilla pero he seguido fumando y bebiendo”, ha comentado.
Durante el encuentro, el cantante ha repasado varios momentos de su vida y ha reconocido: “Yo que no he sido nunca un padre ejemplar, ni un marido ejemplar ni un amante ejemplar, pero creo que he sido un amigo leal”.
Aunque ha asegurado que el dinero nunca le ha “importado nada”, ha matizado que ha empezado a pensar en el dinero “desde hace un par de años”, para poder asegurarles a sus hijas lo que les pasa a la mayoría de la juventud de “no poder vivir mejor que sus padres”.
“DESPILFARRÉ EL DINERO INVITANDO A AMIGOS Y PASÁNDOLO MUY BIEN”
“Yo quisiera que por lo menos vivieran igual. A mí el dinero nunca me ha importado nada, lo despilfarré invitando a mis amigos y pasándolo muy bien”, ha apostillado Sabina.
En referencia al miedo escénico al dar un concierto, el artista ha explicado que ha tenido y en lo últimos años lo sigue teniendo “verdadero miedo escénico”. No obstante, ha explicado que su miedo escénico no es a la multitud, sino un miedo a que el público “se ha gastado un dinero que no les sobra en comprar una entrada” y siempre piensa que no les va a “dar tanto como esperan”.
Sabina también ha indicado que no tiene nada que reprocharle a la vida: “En realidad no me falta nada, estoy moderadamente en paz conmigo mismo, teniendo en cuenta además que la gente de mi generación pensábamos que no íbamos a ser nunca adultos porque los adultos eran unos hijos de puta. He llegado a los 72 años y aún no me considero un hijo de puta y con eso me basta”.
Sobre su relación con el escritor Rafael Alberti, ha hecho hincapié en que era un “magnífico” poeta que además tenía un oído musical “impresionante” y un talento para las rimas consonantes del que el cantante asegura haber “aprendido mucho”.
“Alberti tenía algo que me fascinaba, hay poetas muy buenos que no tienen oído musical, que no saben que la palabra también tiene su propia música. Me decía: ‘¿Por qué no te has traído la guitarra? Lo tuyo es mejor cantado'”, ha recordado.
Haciendo un repaso al comienzo de su carrera, Sabina ha dicho que no recuerda “un solo momento” en su vida en el que “decidiera o pensara que iba a ser cantante”, ya que su principal pasión era, y “lo sigue siendo”, leer.
“En mi casa apenas se escucha música y menos mía, la que se escucha es buena música”, ha bromeado el artista, al tiempo que ha comentado que con 20 años ya cantaba para ganarse la vida “en restaurantes de más que dudosa reputación”.
En este punto, Sabina ha señalado que se recuerda escribiendo y que lo de cantar “fue viniendo solo y luego ya con mayor rigor y con mayor atención y pensando en hacerlo bien”.
“Cuando volví de Londres, cuando murió Franco, empecé a oír lo que se hacía por aquí y me di rápidamente cuenta de que las canciones que yo querría oír no sonaban en la radio ni estaban en ningún lado. La falta de atención y de magia en la literatura en las letras era bastante asombrosa”, ha manifestado.
Por ello, el cantante ha asegurado que fue una decisión de “tratar de dignificar literariamente las letras de las canciones” y que pensó que podía aprovechar el “cierto oído” que tenía para pasar lo que escuchaba en las calles y en los barrios a la literatura”.