Oscar Contreras
El origen de la venganza
Cuando Andrés Manuel López Obrador se reunió con los gobernadores por primera vez en Palacio Nacional el 4 de diciembre de 2018 -cuatro días después de su toma de protesta como presidente de la República- los mandatarios estatales le solicitaron que desactivara a los súper delegados como secretarios técnicos, en las Mesas de Paz y Seguridad, porque no contaban con el perfil apropiado y una decisión equivocada provocarían situaciones de inseguridad en sus estados.
AMLO recibió con buena actitud la petición, de inmediato le ordenó al secretario de seguridad, Alfonso Durazo Montaño, que nombrara a los responsables en las 32 secretarías técnicas y designara profesionistas que conocieran bien el Plan Nacional de Seguridad, su estrategia y la situación que se tenía en los estados.
Esta decisión presidencial fue bien recibida por los mandatarios estatales, ya que AMLO les demostró que a pesar de su fama de ser intolerante, sabía escuchar y atender sus demandas de manera expedita y así, estableció un buen inicio en su relación con los gobernadores.
Era tal su buena disposición y en esa misma reunión les confesó que desconocía lo que los súper delegados harían y hasta dónde llegaban sus responsabilidades, por lo que decidió sacarlos del tema de la seguridad pero con ello, perdió la oportunidad de tener a sus hombres de más confianza en los estados controlando directamente la estrategia de seguridad.
AMLO hasta después recapacitó por lo sucedido y aunque supo molestia en ese momento, estuvo consciente que este cambio modificó su plan. Sin embargo, continúo reuniéndose con los gobernadores y en algunos casos, tuvo que aceptar sus peticiones, porque estaban bien sustentadas y no había manera de contradecirlos.
Además, si se negaba a sus demandas en las reuniones con todos los mandatarios estatales, iban a descubrir su verdadera personalidad autoritaria y centralista y eso, no le convenía porque iba iniciando su gobierno que llama de manera un tanto exagerada y petulante, de la cuarta transformación.
Hubo varias reuniones después pero cuando les presentó la creación del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), casi la mitad de los gobernadores rechazaron su propuesta, porque era un proyecto que en ese momento no contaba ni siquiera con las reglas de operación y había apoyos que los desaparecía como las medicinas para los niños con cáncer y esto volvió a molestarlo.
Después de casi año y meses sin reunirse con todos los gobernadores, AMLO decidió hacerlo en San Luis Potosí, pero en plena reunión les dijo que sólo estaría en la inauguración y que dejaría a la magistrada secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, como su representante lo cual los desanimó porque ellos querían tratar los asuntos de sus entidades directamente con el presidente y en especial, lo que se refería al presupuesto de sus estados.
Ante la cerrazón presidencial por escuchar sus demandas de más presupuesto y apoyo para la lucha contra el Covid-19, se creó la Alianza Federalista que un principio fue para intercambiar experiencias contra la pandemia, pero después evolucionó, fue subiendo el tono y se convirtió en un foro para presentar soluciones a las diversas problemáticas que se generaron en sus estados por el recorte federal en sus presupuestos que López Obrador les designó.
Por esto empezaron a cuestionar sus políticas públicas, la elaboración y la asignación del presupuesto federal que solo favorecía a sus proyectos y ante su terquedad de no escucharlos, decidieron estudiar la posibilidad de convocar a un nuevo Pacto Fiscal y esto acabó con su tolerancia, porque esta propuesta afectaría directamente sus programas sociales y a sus obras “prioritarias”.
Poco a poco López Obrador le fue saliendo su verdadero rostro y le empezó a gustar el “sí señor presidente, es la hora que usted quiera” es más, le fascinó que López Gatell dijera que el presidente no se podía contagiar de Covid porque a él lo protege la fuerza moral y ahí, estuvo su santificación como presidente imperial y ser superior a todas las enfermedades.
Desde luego que en todas las reuniones con los gobernadores y en la formación de la Alianza Federalista, el mandatario estatal, Francisco García Cabeza de Vaca, tuvo un papel destacado donde cuestionó principalmente la estrategia de Seguridad, el plan de salud y la elaboración del presupuesto de egresos federal.
En las visitas que AMLO realizó a Tamaulipas siempre le solicitó su apoyo, para mejorar las condiciones del desarrollo estatal, pero en Reynosa subió un poco el tono del mensaje y ahí, López Obrador es casi seguro que tomó la decisión de iniciar lo que ahora llama el proceso de desafuero a petición de la Fiscalía General de la República, aunque realidad es su venganza política por no someterse a sus designios.
En fin, ahora está confirmado que el tabasqueño, Andrés Manuel López Obrador no quiere contrapesos en su camino a consolidar una presidencia de la República Imperial, con atribuciones desmesuradas con las que seguirá centralizando todas las decisiones del gobierno federal y con el proceso de desafuero del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca está enviando un mensaje para todos los gobernadores del país que no se entregan y apoyan su proyecto o mejor dicho a su caprichosa forma de gobernar.