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Madrid
Obesidad, edad y grado de infección disparan la posibilidad de infectar a través de las gotículas respiratorias
Los jóvenes y sanos tienden a generar muchas menos gotas que los mayores y menos sanos
Investigadores de la Universidad de Tulane, la Universidad de Harvard, el MIT y el Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos) han evidenciado que la obesidad, la edad y la infección por COVID-19 se correlacionan con la propensión a exhalar más gotitas respiratorias, que son los principales propagadores del SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19. Esos tres factores convertirían a un individuo en un supercontagiador, capaz de provocar al menos ocho contagios de la enfermedad. Ellos -más que las nuevas cepas, podrían ser los grandes impulsores de la pandemia, según un estudio reciente de la Universidad de Santiago de Compostela.
Utilizando los datos de un estudio de observación de 194 personas sanas y de un estudio experimental de primates no humanos con COVID-19, los investigadores descubrieron que las partículas de aerosol exhaladas varían mucho entre los sujetos. Las personas de mayor edad, con índices de masa corporal (IMC) más elevados y con un grado creciente de infección por COVID-19, presentaban un número de gotitas respiratorias exhaladas tres veces superior al de los demás grupos de estudio.
En su investigación, publicada en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’, los investigadores descubrieron que el 18 por ciento de los sujetos humanos representaban el 80 por ciento de las partículas exhaladas del grupo, lo que refleja una distribución de las partículas de aerosol exhaladas que sigue la regla 20/80 observada en otras epidemias de enfermedades infecciosas, lo que significa que el 20 por ciento de los individuos infectados son responsables del 80 por ciento de las transmisiones.
Las gotas de aerosol en primates no humanos aumentaron a medida que la infección con COVID-19 progresaba, alcanzando niveles máximos una semana después de la infección antes de caer a la normalidad después de dos semanas.
En particular, a medida que la infección con COVID-19 progresaba, las partículas virales se hacían más pequeñas, alcanzando el tamaño de una sola micra en el punto álgido de la infección. Las partículas más pequeñas son más propensas a ser expulsadas cuando las personas respiran, hablan o tosen. También pueden permanecer a flote mucho más tiempo, viajar más lejos en el aire y penetrar más profundamente en los pulmones cuando se inhalan.
“Hemos observado un aumento similar de las gotitas durante la etapa de infección aguda con otras enfermedades infecciosas como la tuberculosis. Parece probable que las infecciones virales y bacterianas de las vías respiratorias puedan debilitar la mucosa de las mismas, lo que favorece el movimiento de las partículas infecciosas en este entorno”, comenta Chad Roy, autor correspondiente y director de Aerobiología de Enfermedades Infecciosas en el Centro Nacional de Investigación de Primates de Tulane.
La generación de gotas respiratorias en las vías respiratorias varía entre las personas en función de su composición corporal. “Aunque nuestros resultados muestran que los jóvenes y sanos tienden a generar muchas menos gotas que los mayores y menos sanos, también demuestran que cualquiera de nosotros, cuando se infecta con COVID-19, puede correr el riesgo de producir un gran número de gotas respiratorias”, concluye David Edwards, profesor de Ingeniería Biomédica de la Universidad de Harvard.