– Las mujeres destinan casi 78 horas al trabajo: la mitad en sus empleos y la otra mitad en trabajo doméstico. Si se considerara una jornada nocturna de ocho horas por día y descontando el tiempo que las mujeres destinan a estas actividades, en México el promedio de tiempo libre que tiene una mujer es de un día y 10 horas. Para los hombres este tiempo libre ascendería a dos días completos y una hora más
Ana Karen García
El Economista
Las mujeres no sólo dedican mucho más tiempo de sus días al trabajo doméstico no remunerado en comparación con sus pares hombres; las mujeres en general trabajan más. La problemática de la brecha de género en labores del hogar y cuidados no sólo implica que en promedio las mujeres pierden casi tres veces más tiempo que los hombres para limpiar sus hogares o cuidar a sus hijas e hijos, adicionalmente, mientras los hombres gozan de tiempo libre para el esparcimiento y cuidado personal, las mujeres ocupan prácticamente todo su tiempo a actividades laborales o sociales para otras personas.
El fenómeno es conocido como sobrecarga laboral o doble jornada y refleja cómo, efectivamente desde el 2000, son cada vez más las mujeres que tienen un empleo remunerado fuera de casa, pero al mismo tiempo siguen siendo las responsables de las actividades del hogar casi en la totalidad. De acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo (ENUT), las mujeres mexicanas trabajan 37.9 horas cada semana para el mercado con un pago y adicionalmente destinan 39.7 horas a las labores dentro de sus viviendas sin recibir un ingreso por ese trabajo; las cifras para los hombres son de 47.7 y 15.2 horas semanales respectivamente.
Esta situación refleja que, en total, las mujeres destinan casi 78 horas al trabajo: la mitad en sus empleos y la otra mitad en trabajo doméstico. Si se considerara una jornada nocturna de ocho horas por día y descontando el tiempo que las mujeres destinan a estas actividades, en México el promedio de tiempo libre que tiene una mujer es de un día y 10 horas. Para los hombres el tiempo total de trabajo suma 63 horas cada día y considerando el tiempo de sueño, para los hombres hay dos días completos y una hora más para destinar a actividades individuales.
Estas brechas no sólo existen en términos sociales. El impacto económico de la desproporción en las actividades domésticas y de cuidados a niños y adultos mayores también es grande. El Coneval en su estudio sobre género y pobreza publicado en 2018 evidenció que las mujeres después de los 25 años (la edad de maternidad) siguen una curva de desaceleración en salarios y liderazgo laboral respecto de sus pares hombres, situación que se explica por la sobrecarga de trabajo en los hogares que enfrentan solas.
El estudio enfatiza no sólo en la necesidad de erradicar las prácticas discriminatorias por maternidad y otras razones de género, también hace hincapié en los beneficios de eliminar estas brechas: el hecho de que las mujeres carguen de manera desproporcional y obligada por las políticas empresariales con el cuidado de los hijos o el mantenimiento de los hogares les resta tiempo que dedicar al trabajo remunerado. Esta situación es socialmente injusta, pero además de eso, perjudica el desarrollo y crecimiento económico, porque implica un recorte al posible tiempo y producción de las mujeres que abandonan sus ocupaciones o que reducen sus jornadas.
Las cifras de la encuesta levantada en el 2019 por el Inegi, también muestra la brecha en el análisis por tipo de actividades en el sentido de liderazgo económico; mientras las mujeres son desproporcionalmente mayoría en realizar actividades domésticas operativas y de alto desgaste físico como preparación de alimentos, lavado, limpieza o mantenimiento, los hombres son mayoría en la gestión de gastos del hogar, realizar compras, pagos o trámites de la casa.
En este sentido, es importante resaltar que las mujeres experimentan situaciones similares de trabajo tanto en el mercado laboral remunerado como en las actividades del hogar no pagadas: realizan más trabajo, más precario, menos especializado y con menor remuneración; ocupan las plazas de menor rango.
Sin tiempo para la cultura, el conocimiento o la diversión
Otra de las particularidades de la encuesta realizada por el Inegi, con el análisis también del Inmujeres (Instituto Nacional de las Mujeres), es que reflejó que mientras las mujeres ocupan prácticamente todo su tiempo para trabajar, con o sin paga, y a dormir, los hombres reparten sus horas del día en trabajo, cuidado personal, ejercicio o estudio.
En el levantamiento del 2019 se registró que los hombres tienen la posibilidad de dedicar más tiempo a rubros relacionados con el crecimiento personal: participación en juegos o aficiones, al deporte y ejercicio físico e incluso a la lectura o consulta de medios de información masiva en relación con las mujeres. Mientras la población masculina destina 4.4 horas semanales a descansar o meditar, las mujeres pueden dedicar 3.8 horas a este rubro; para el cuidado de la salud los hombres destinan 6.2 horas cada semana, las mujeres sólo 5.2 horas.
En este sentido, el Inmujeres, el Coneval y otras organizaciones internacionales como ONU Mujeres y la Cepal han insistido en generar políticas públicas que incentiven y ecualicen estas disparidades de género en el uso del tiempo. En un primer momento para contrarrestar la desigualdad histórica de género en el ámbito económico y en un segundo momento para eliminar el círculo que perpetua que las mujeres ocupen puestos más bajos y menos especializados por no poder acceder a educación, experiencia, cultura o recreación como sus pares hombres.
Igualar las condiciones laborales domésticas de las mujeres y hombres en México también impactaría de manera positiva en la producción total; una mayor disponibilidad y preparación de las mujeres también podría traducirse en un incremento en la tasa de participación laboral general, así como en un aumento de la productividad del trabajo.
ana.garcia@eleconomista.mx