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– Hay una marcada diferencia entre la atención en los nosocomios públicos y los privados, expone el médico del hospital Belisario Domínguez de la Ciudad de México
Diego Badillo
El Economista
Lo más difícil en el trabajo de contener la pandemia de Covid-19 es la falta de material, equipo y medicamentos y es lo que explica la alta mortalidad en los hospitales públicos, afirma Miguel Ángel Toscano quien labora en el Hospital de Especialidades Belisario Domínguez de la Ciudad de México.
El especialista señala que hay una marcada diferencia entre la atención en los nosocomios públicos y los privados.
—¿Qué explica que haya un elevado número personas del personal médico contra el Covid-19 fallecidas?
—Te voy a hablar de mi experiencia en el Hospital Belisario Domínguez y de un hospital privado donde también trabajo. Es bien sabido que la diferencia de mortalidad entre un sistema y otro es muy alto. En el sistema privado la mortalidad anda entre un 10 y 15%, mientras que en los hospitales de gobierno entre 50 y 80 por ciento.
—¿Qué lo explica?
—La razón es muy simple. Parte del problema es la falta de personal calificado.
El gobierno nunca se preparó realmente para recibir esta pandemia. De por sí ya veníamos con un sistema de salud muy deficiente en todos los sentidos: en recursos humanos, material y medicamentos y a la entrada de este gobierno recortó todavía más los gastos del sistema de salud.
Nunca hubo una preocupación real de iniciar protocolos y tener un plan para enfrentar el problema. En el Hospital Belisario Domínguez fue una iniciativa del departamento de Epidemiología y mía de que iniciáramos a hacer protocolos para ver cómo íbamos a atender este problema.
No teníamos todo en el momento. Nosotros tuvimos que comprar goggles, el traje para cubrirse todo el tiempo. De estos últimos afortunadamente había unos guardados de cuando la pandemia de H1N1.
Al principio nos dieron unas mascaras chinas que no eran N-95, porque las autoridades no tomaron en serio la pandemia, lo despreciaron, les importó un cacahuate.
En este caso, la unidad de terapia intensiva ya cumplió 15 años. Nunca se han renovado los equipos. Los equipos son austeros. Es lo básico para trabajar.
Hubo escasez de medicamentos, especialmente de algunos como la epinefrina, que es para mantener la presión. Llegó el momento que no había. No teníamos la forma de mantener a los pacientes vivos porque dependen totalmente de ese medicamento.
—¿Qué pasa cuando alguien enferma de Covid?
—Los jefes de servicio estamos como personal de confianza. La gente de confianza no tiene sindicato. Entonces a nosotros, aunque nos da servicio el ISSSTE, el servicio del ISSSTE es pésimo.
Cuando me enfermé y era probable Covid, recibí apoyo del director del hospital, él me dio chance que me atendiera, que me hiciera las pruebas. Me hice una [prueba] ahí y el director me autorizó faltar una semana para permanecer aislado en lo que determinábamos si era Covid o no. Resulté negativo.
—¿En el Hospital Belisario Domínguez hubo médicos que contrajeron Covid?
—Primero fue un médico que trabaja en el IMSS. Creo que los que peor han manejado esto es en el IMSS. Estoy casi seguro de que el IMSS tiene 80% de mortalidad. Este médico que venía del Seguro infectó a otros tres del Belisario Domínguez con los que convivía.
De todos ellos, ninguno se puso grave. Ninguno requirió de terapia intensiva. Todos salieron bien excepto una persona del turno de la noche que también trabaja en el IMSS. Ella terminó internándose en la terapia intensiva del Belisario Domínguez. No quiso irse al Seguro Social porque la probabilidad de muerte en el Seguro Social es muy alta.
—¿Cuántos han enfermado?
—De la terapia intensiva siete médicos de 16 que somos.
—¿Del otro personal médico?
—Han de haber sido como cinco o seis enfermeras. Falleció la jefa de enfermeras. También falleció la epidemióloga del materno-infantil Xochimilco.
Son las únicas dos muertes en esa Unidad de terapia relacionados con personal de Salud infectados con Covid. La mortalidad del personal de salud es muy baja en el Belisario Domínguez. Tiene que ver con que logramos establecer un protocolo de atención con lo que tenemos.
—¿Qué ha sido lo más difícil?
—La falta de material y medicamentos para atender a los pacientes de manera adecuada. Esa es la clave, en lo que reside la causa de la alta mortalidad en los hospitales públicos. No hay medicamentos, no hay suficiente material para hacer las pruebas que se necesitan. De hecho, nosotros no medimos muchas de las cosas que deberían de medirse en esta enfermedad.
No tenemos laboratorio de microbiología para hacer cultivos sobre todo de secreciones bronquiales, porque no hay una campana de flujo laminar para garantizar que no se vayan a infectar los laboratoristas que hacen los cultivos.
No tenemos transductores de presión para mantener una línea arterial y estar viendo el efecto del medicamento vasopresor y estar tomando muestras sanguíneas y un monitoreo continuo de la presión.
No tuvimos posibilidad de utilizar el medicamento tosivisumar. Son pocos los medicamentos que tenemos para enfrentar la enfermedad y a parte los condenan ellos. Nos meten en un broncononón porque no podemos acceder básicamente a nada.
Nos dejan con las manos vacías, sin ninguna herramienta para utilizar y lo poco que están utilizando en estos pacientes solamente es a través de protocolo. Y los hospitales de la Ciudad de México no están en ningún protocolo. No tuvimos nunca acceso a Remdesivir, Tocilizumab. Tuvimos que usar lo que teníamos.
—¿Hay una marcada diferencia entre hospitales públicos y privados?
—Claro. Es sumamente notorio. En el hospital privado tenemos por ejemplo óxido nítrico para poder utilizar en la ventilación mecánica. Si el paciente no sale, podemos usar ECMO (oxigenación por membrana extracorpórea, a través de una máquina que saca la sangre por un lado que es por el lado venoso y luego regresa por el lado arterial). Básicamente dejamos al pulmón descansar 100 por ciento.
Esos medicamentos son extremadamente caros. El óxido nítrico cuesta 100,000 pesos diarios, el ECMO, la pura membrana para iniciar el procedimiento, cuesta 250,000. Te puede llegar a lo mejor a durar un mes si lo cuidas bien, pero a lo mejor, puedes ocupar hasta dos membranas. Es, más la renta del equipo, más el personal que maneja ECMO.
Por eso sí entiendo que el gobierno no pueda enfrentar estos gastos con estos pacientes, pero si nos dieran lo mínimo necesario para enfrentar la pandemia serían diferentes los resultados.
diego.badillo@eleconomista.mx