Foto: El País
– La artista no da conciertos ni entrevistas
Por Redacción/GH
En el mundo de la música, pocas figuras han mantenido el misterio como la artista irlandesa Enya. Con una carrera que abarca más de tres décadas, Enya ha cautivado a millones con su música etérea. Sin embargo, lo que realmente ha dejado perplejo al público y a los medios es su estilo de vida fuera del escenario.
En 2001, las voces de los vecinos que rodean su castillo victoriano hablaban de una presencia esquiva.
Llevo aquí quince años y te puedo asegurar que no la he visto nunca. La puerta está siempre cerrada”, «A Bono y a su mujer siempre se les ve pasear por aquí. A ella nunca. El otro día vi a una mujer en chándal y zapatillas y creo que era ella, pero no lo sé» narran sus vecinos al diario The Independent.
A pesar de su retiro de los escenarios y las entrevistas, la figura de Enya sigue flotando en la esfera musical y financiera, siendo una de las artistas más ricas de Irlanda. La revista Vice, intrigada por este fenómeno, se preguntaba cómo una artista que no realiza conciertos ni entrevistas puede mantenerse tan exitosa.
La respuesta, según algunos, radica en la astuta gestión de su carrera y en su capacidad para mantener un control absoluto sobre su creatividad.
Desde que dejó el grupo familiar Clannad en los años ochenta, Enya ha mantenido una colaboración exclusiva con su manager y productor, Nicki Ryan, y su esposa Roma Ryan. Juntos, han creado un entorno donde la artista puede trabajar sin concesiones, asegurando una libertad creativa total desde el inicio de su carrera.
Al firmar con Warner como artista novel, Enya aseguró una cláusula que le otorgaba libertad creativa total y ninguna fecha límite de entrega, demostrando que el éxito puede lograrse sin comprometer la autenticidad. Gracias a ella la artista ha amasado una fortuna que supera a muchas estrellas contemporáneas, como Ed Sheeran o Chris Martin.
El caso de Enya, a menudo etiquetado como ‘Enyanomics’, destaca su habilidad única para alcanzar el éxito sin comprometer su privacidad.
La música es lo que vende, no yo. Y siempre lo he querido así, porque soy extremadamente celosa de mi intimidad”, afirmó Enya en una declaración de 1995 a The Times.
Su vida transcurre entre su pueblo natal, Gweedore, su estudio Aigle Records, y su imponente castillo en Killiney, donde se recluye de una manera casi extravagante con una decena de gatos.
El castillo apodado como ‘Manderley’, fue adquirido en 1997 por 2.5 millones de libras, y se ha convertido en el refugio perfecto para Enya. Fue bautizado en homenaje a la mansión de ‘Rebecca’, la cuál cuenta con altas medidas de seguridad, incluyendo altos muros, vallas puntiagudas, puertas de acero, un foso e incluso una habitación del pánico.
Las intensas medidas de seguridad se instalaron después de que un fanático obsesionado con la cantante se apuñalara a sí mismo en la puerta del pub de sus padres en 1996.
La artista, que siempre ha disfrutado de la soledad, ha cultivado un entorno donde la música y la tranquilidad coexisten. Entre sus escasas apariciones públicas, Enya compone en invierno, graba en primavera, cuida de las hijas de sus colaboradores y pasea por sus extensos jardines.
Con información del País.
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