Foto: Sarah Yenesel / EFE
– El problema actual surge de que el precio de los bonos cayó más durante 2022 que durante cualquier año en la historia
Por: José Segarra Silva
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Estamos en el momento más crítico del sistema financiero global desde la crisis financiera de 2008. No solo reventó el Silicon Valley Bank, una de las entidades financieras más importantes para el mundo de las startups; sino que ahora se le unió durante el fin de semana el banco Signature, y ahora aparecenFirst Republic y Pacific Western contra las cuerdas a primeras horas del lunes. Pero, ¿cómo es que llegamos aquí, cuál ha sido la reacción y qué pasará ahora?
Todo parte de un error regulatorio. Existen ciertas reglas contables diseñadas para evitar una volatilidad excesiva en las utilidades de los bancos por los movimientos en precios de los bonos en los que invierten para que sus utilidades reflejen más claramente el desempeño de su negocio principal, que es hacer préstamos. El problema actual surge de que el precio de los bonos cayó más durante 2022 que durante cualquier año en la historia, y eso generó unas pérdidas al sistema financiero americano de más de 600 mil millones de dólares que no fueron reflejadas claramente. Únicamente para el banco Silicon Valley, estas pérdidas fueron de más de 15 mil millones de dólares, excediendo su capital que solo ascendía a 12 mil millones. Esa fue la causa de la quiebra, dado que cuando fue evidente el problema del banco, todas las empresas que mantenían dinero en él corrieron a sacarlo, ya que la gran mayoría de los depósitos no estaban cubiertos por el seguro del FDIC, la institución gubernamental que asegura los depósitos en Estados Unidos. Esto por exceder el límite de 250,000 dólares asegurados por cuenta bancaria. En un solo día se demandaron 42 mil millones de dólares de retiros, los cuales el banco no tenía.
Ahora la tibia respuesta; durante el fin de semana el Tesoro americano liderado por Janet Yellen garantizó los depósitos de todos los ahorradores a través de una facilidad de crédito para los bancos directamente con el gobierno que permite repagar los depósitos de todos los bancos americanos de ser necesario. De un plumazo todos los ahorradores, personas y empresas, están asegurados. Algunos le llamaron a esta solución una bazooka, pero ante la severidad del problema podría ser que tenga la potencia de una pistola de agua. Yellen fue muy clara de que permitirá las pérdidas de los inversionistas en el banco Silicon Valley y de cualquier otro banco que caiga en problemas; o sea, no habrá un “rescate” bancario y todos asumirán sus pérdidas por su falta de diligencia.
Esa última parte suena muy bien, pero deja de lado que el sistema financiero es justo eso, un sistema; y que está interconectado de una manera muy profunda. La pérdida solo de quienes le prestaron dinero a Silicon Valley ascienden a más de 20 mil millones de dólares, y estas pueden crear un efecto dominó en los mercados de crédito por la pérdida de confianza en el sistema entre los inversionistas. Algo que está pasando ya, y que justo está provocando pérdidas de miles de millones de dólares que tienen a otros bancos contra las cuerdas.
Existe una enorme desinformación generalizada con respecto al rescate de los bancos de 2008, un movimiento que hasta el día de hoy le cala profundamente al pueblo americano. Se piensa que se les regaló dinero a los bancos, cuando en realidad lo que hizo el gobierno fue invertir en ellos a través de acciones preferentes que generaron un rendimiento para el gobierno y para el país. De hecho, el rescate que se ejecutó a los principales bancos de Estados Unidos, en el cual se les entregaron 426 mil millones de dólares, el pueblo americano ganó dinero, cosa que a muchos se les olvida. Poco más de 15 mil millones fueron generados con la inversión que hizo el gobierno en las instituciones financieras, siendo repagados 441 mil millones de dólares.
La ideología anti-Wall Street está cegando al Tesoro americano, contrastando gravemente con el mensaje que tenía liderado por Ben Bernanke durante la crisis de 2008 que era: “Haremos todo lo posible, cueste lo que cueste”. Justo lo que se necesita y rápido, mientras no hayan caído en quiebra decenas de bancos más. Esto es una carrera contra el reloj, y los daños se irán incrementando conforme pasen los días. El rescate terminará ocurriendo, solo es cuestión de cuánto daño está dispuesto el gobierno a permitir antes de doblarse.
Tome lo que tome, cueste lo que cueste. Es lo que se necesita.
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